Cuenca, 5 de marzo y 16 abril de 2018
Realizado en la asignatura de Prácticas Artísticas en la Esfera Pública, Facultad de Bellas Artes, Universidad de Castilla-La Mancha
Participantes: Ana Utrilla, Carmen Gómez, Carmen Rovina, Javier Montero, Karen Medina, Larissa León, Lill Hansen, Lucía López, Luis San Gregorio, María Alcocer, Paz Cicuéndez, Marta Escoz, Paula Pérez, Paula Salto, Ramona Schmidt, Santiago Crespo, Sara Miras, Silvia Laguna
| Movimiento 1: Recoger agua del río más próximo. Movimiento 2: Congelar el agua en un envase reciclado. Movimiento 3: Devolver el agua congelada al río en diferentes puentes. Se trazará una ruta para asistir al acto de restitución del agua. El agua del río es una materia que fluye y conforma el territorio, la vida vegetal, animal y humana. Desplazar esa agua a nuestro congelador no es una acción simple, es desplazar y congelar el “ser” del río (su condición física), reconfigurar su propia esencia e identidad. Elegir un puente desde el que devolver ese cuerpo transformado, es buscar nuestro propio lugar en la acción y la naturaleza a la que pertenecemos. Su búsqueda debe ser a través de la experiencia del paisaje (urbano y arquitectónico). La elección del puente debe proceder del impulso de la atención que pongamos en buscarnos. En el acto de restitución que hagamos debemos encontrar la justa ecuación que nos defina, la fórmula capaz de fundarnos como sujetos, al mismo tiempo que nuestro bloque de hielo vuelve a integrarse y fluir en el río. De este modo, el bloque volverá a ser indistinguible (se deshelará) y parte de la naturaleza de donde la extrajimos, al igual que nosotros. Llevar a cabo esta actividad es poner en juego nuestra sensibilidad, será una confrontación directa e inédita con el río y la hipótesis que nos sea revelado cual es nuestro lugar, por poco que profundicemos en ella. |
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